lunes, noviembre 27, 2006

La escobilla



El que no posee el don de maravillarse ni de entusiasmarse,
más le valdría estar muerto, porque sus ojos están cerrados
.
A. Einstein.


Sobre once kilómetros de playa soy el único caminante, bajo un cielo azul purpúreo ante mis ojos se esparce una larga culebra dorada; el océano colérico estalla en mis tímpanos y en la arena; las altas olas hacia el sol se yerguen, a plomo cae el día; hoy estamos a treinta y ocho grados bajo la sombra. En el horizonte una línea lejana se avista –allá, en lo remoto- hasta donde mi mirada alcanza, se parte el mundo, es una línea de un azul traslucido lo que divide el mar del cielo; -cerca de mí, sobre la costa- a cinco centímetros del suelo veo como se deslizan los ostreritos sobre el océano, como vuelan batiéndose entre la ola y el viento, como en la magnitud de su revoloteo cave el horizonte. En el aire, a lo alto, las espumosas nubes son como otro mar al acecho. Aquí, me maravilla el mundo. Aquí, termino de convencerme de que en esta vida, todo se reflecta.

Playa la escobilla es el nombre de este edén terráqueo, este pequeño trozo del basto océano pacífico donde la tortuga golfina ha decidido desde hace miles de años salir del mar, para tirarse de panza sobre la playa y tranquilamente, ponerse a echar la hueva.

Desde el atardecer, con un brete y un caparazón de sesenta kilos sale la tortuga del mar; exhausta llega, jadeante se va. Enterrados a cuarenta centímetros del suelo
ha dejado sus esfuerzos, sepultada bajo el arena deja esperanzas de vida.

Para ello ha sorteado depredadores, redes de pescadores y la furia de las olas en el mar. En la playa, enfrenta saqueadores, hueveros ávidos de sacar un salario necesario, investigadores curiosos y turistas morbosos.

La gente de la comunidad dice que desde la sierra; cuando sale el animalito, se ve nomás como fulgura, como brilla la coraza de la tortuga; dicen que son como estrellas que salen del mar.

En la escobilla todo resplandece, bajo el suelo se gestan millones de vidas, la dorada arena día y noche palpita.

Es medio día, el sol me tuesta el lomo, el cabrilleo del mar se escurre por mis talones; sobre la luminosa arena otros brillos fulguran, ostras y caracolas resplandecen púrpuras sobre la dorada arena. El océano, generoso les sirve la mesa a las aves; y donde los ostreritos y los playeritos jaman se encuentra una diversidad de tesoros luminosos y de rumores que el mar arrastra.

Piedras de todas las texturas y de todos los colores iluminan mis ojos, entre ellas distingo una piedra de arena. Polvo luminoso hecho roca, diminuto grano de luz consolidado en mi puño, arena solidificada con el paso de la marea y de los días; tiempo que se petrifica.

Ante mi, olas sordas se arrastran; una a una estallan en una erupción de espuma, es un vigor oscilante y furioso, pero inconsciente de su propia inmensidad; sólo al hombre que contempla solo le asombra el mundo.

Camino por la playa, sobre una duna me siento, observo, veo, entiendo. Todo mi ser está rodeado de luz, de belleza, bajo el suelo que mis pies pisan instante a instante se gesta la vida. Bajo el sol calcinante, presuroso escribo: el poeta debe asumir un duelo a muerte entre el poema y el deleite.

A lado de mi hay un mineral sin brillo, sopeso el volumen de la voluta roca y me pregunto ¿a que lejano río pertenecerá la historia de piedra tan opaca, tan pesada, tan poco porosa y tan majestuosa?

Anaxágoras ya lo decía, todo tiene que ver con todo, nada puede permanecer aislado, tal es el mensaje que a la orilla del mar porta este pedazo de vida, tales son los secretos que arroja el mar y las rocas peregrinas. De átomos diminutos está hecha la vida como de minúsculas chispas de arena la costa. La existencia son partículas que se pierden en el aire, todos los instantes inciden en todos los lados todo el tiempo. La roca más luminosa, la piedra que sobre mi cabeza a seis mil grados hierve, cotidianamente nos llena de energía y su luz se esparce por la vida.

Aquí termina este viaje. Dentro de unos días por mis pupilas entraran cientos de automóviles y miles de ciudadanos deprimidos; no sé dónde me ha de caber tanto cadáver, tanta miseria.

Si algún día, algún viandante desmoralizado me preguntara qué ha de hacer con su existencia; en dónde es que debe poner su cuerpo; cómo es que ha de ocupar sus esfuerzos; yo con voz impostada le diría: hazte pescador en Mazunte, se voluntario en playa La escobilla; ve por el mundo con una mochila al hombro y con una breve sentencia; y descubre, asómbrate de lo maravillosa que en realidad es la vida.

Rojas

Asaz soez


[Foto: Ap]

[A los mineros asesinados por asfixia sistemática]

El nefario impío, que a veces represento, el más viril y vil animal primitivo en el que me suelo transfigurar; suele referirse ecuménico sobre lo que para el orbe representa el cogito el coito y los occisos, sobre todo aquellos occisos, que bien en estos momentos, podrían estar en el coito o en el cogito, es decir, estar pensando o estar cogiendo.

Y ya si de asaz soez va la cosa, me parece pertinente expresar mi azoro ante la poca-madre-selva devastada que le estamos dejando a nuestro próximo prójimo presente y futuro; recapacitar aunque sea un poco, en que eso de andarle haciendo hoyos al planeta Tierra es una actividad mucho más antigua que la agricultura misma; millares y millares de años llevamos viviendo de la profundidad del suelo.

Sin embargo; aún seguimos ataviados a esta lo(gí)ca mundial que algunos jactanciosos suelen llamar progreso; y después de más de dos millones y medio de años, todavía no nos damos cuenta que la minería jode la tierra y mata humanos; y sólo nos contentamos porque a cambio obtenemos diamantes preciosos y enormes rascacielos, o tal vez, solamente, el simple carbón con que hacemos la parrillada los domingos.

Por eso, ese viril y vil animal primitivo que de a veces represento, en ocasiones suele transpirar metano o cizallar sus venas hasta que se le derrabe el alma en lo más hondo de sus ensimismamientos y solipsismos; también se ha dado el caso, que llega a sentir a modo de exabrupto la hervidera de un grisú; para intentar concebir al menos el intento de lixiviar el coraje del confort, la sensación de ser nefario con la de ser cadáver, muerto con una muerte vil, viril y profunda, muerte de tétrica bocamina, muerte de negligencia sindical, muerte de gobierno extraviado en el estado de derecho, muerte de transmisión en directo, muerte de ocho columnas, muerte corrupta, muerte puta hija del capital.

ROJAS

Generación rebelde




Nadie, al otro día nadie. Hoy, entre los edificios una medialuna enrojecida y menguante, el ruido de la avenida que perfora la plaza. De la iglesia de Santiago de Tlatelolco se desprende un olor a cadáver, entre 2 de abril y 15 de septiembre pasaron las balas portando el mensaje de la barbarie, desde el edificio del ministerio del exterior francotiradores tiraban a matar los sueños; las piedras contemplaron la masacre, bajo los condominios las libretas, los zapatos, la sangre esparcida en esa tribuna milenaria, pero al otro día, el estado del clima como nota principal.

Hay quienes dicen, que esporádicamente en todo el mundo hay errores en cuanto a operativos de seguridad pública y es cuando pasan las matanzas, los asesinatos dirigidos a estudiantes y a asalariados por alterar el orden público, por atreverse a pensar distinto.

Lo que pasó en Tlatelolco en el 68, también aconteció en el mundo. Ese año el planeta se inflamó. Parecía que surgía una consigna universal. Tumultos y motines en Praga y en Paris, en México y en Chicago, en Belgrado, en Roma y en Turín también; las calles y las avenidas se convirtieron en símbolos de una generación rebelde, universitarios y universidades cuestionando el orden establecido, ¿para qué tanto electrodoméstico si la vida sigue siendo una miseria? las pastas dentríficas, la tristeza de los microbuses; ¿todo esto hacia donde nos lleva? No es mejor negar todo lo que el hábito lame y hacer que el mundo nazca de nuestros ojos.

Ante tales demandas, la represión y la agresión sinónimo de regresión son eminentes por parte de los órganos del dominio, por los ostentadores del buen gusto y del sano orden de lo establecido.

Pero basta con ver como un cocodrilo mastica las nalgas a Madona en una pagina de internet o como en el mundo los retrovirus ya son tan comunes como los retrovisores; como buscamos la dicha hasta en los detergentes; y cómo a los arzobispos -cuando los entrevistan- no hacen más que poner su cara de pederastas; basta pensar en pocas cosas para darse cuenta que desde el 68 a la fecha, el mundo ha cambiado y no.

En aquel entonces Díaz Ordaz, asumió la responsabilidad de los hechos acontecidos en la Plaza de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968, es decir, dijo: ¡Sí, yo fui ¿y?!

Hace unos días el Tribunal Electoral, le dijo a la nación: sí, Vicente Fox intervino en las elecciones y también las organizaciones empresariales; ¿y qué con eso, si es bien sabido que los presidentes pueden eludir a los tribunales y a los magisterios?

Pero eso, lejos de ser un sino exclusivamente mexicano es, una epidemia planetaria. Durante plena primavera las rejas de los bulevares parisinos denunciaban: policía por todos lados, justicia por ninguna parte. Las movilizaciones eran mayores a las de mayo del 68 en rechazo a los contratos basura, el contexto un tanto similar: la depresión social, la clase media desesperada y desesperanzada, la responsabilidad de una hipoteca que acaba por frustrar toda expectativa de vida.

Cuando a los jóvenes les desilusiona el mundo dado por sus padres, cosas dadas como la guerra, el hambre, el terrorismo, las ciudades que desprenden un aroma a tristeza, o plazas publicas donde se conmemoran las masacres; entonces surge una necesaria y legitima aspiración al rompimiento con el sistema, el tomarnos la molestia de ablandar los ladrillos, el ser realistas y pedir lo imposible, renunciar a las corbatas, a las tabulaciones, dejar estrictamente prohibido prohibir, rechazar los lugares donde uno tan sólo tiene la libertad para obedecer.

¿Para qué nos sirve pagar una monografía con una tarjeta bancaria?
¿Qué justifica una democracia que no sirve para nada?
¿Será cierto que los desodorantes enloquecen a las chicas?

En México las generaciones posteriores al 68, por lo general somos alumnos graduados de la alta escuela del canal cinco, donde nos han enseñado como en esta vida hay que aspirar al goce de lo efímero, a vivir en la vertiginosidad de la tele como en la prisa de la ciudad, ahí nos acostumbraron a la asfixia de la imagen para no padecer la asfixia de la oficina o el agobio de la burocracia.
A los autores del genocidio del 2 de octubre no se les ha castigado; en el país, la impunidad sigue siendo una vergüenza nacional; las fiscalías simulan que buscan la justicia, y después de 38 años el banquete sigue. Los que sienten excitación por las tanquetas, quieren reducir a los jóvenes al simple reflejo de su esperanza y desearían que nuestra memoria se perdiera con la distancia, ellos son los que hacen de la imagen del Rebelde, una telenovela donde todos los estudiantes usan corbata.
ROJAS

Periplo pleno


[Foto: Karolina Mtz]

Ciertos días, alrededor de las nueve veintinueve de la mañana, amodorrado y soporoso, tomo dos periódicos, un café y tres cápsulas de dinamita; ¡basta ese sólo hecho!, para que unos ánimos catastróficos me invadan todo el cuerpo y me sacudan la apatía y el letargo.

Las depresiones tropicales, las compras de pánico y las amenazas a la economía mundial, me enturbian y atribulan la mirada; por mis pupilas se esparce el napalm, las bombas de racimo, la polio de los políticos polígamos y corruptos; ¡por si fuera poco!, por la retina se me adentra el azoro con todo y una persona vestida de astronauta, intentando limpiar el óleo de las alas de un pelícano moribundo, que yace mórbido sobre la playa.

¡Cuanta destrucción! hasta llegar al crecimiento económico, ese incremento en las cifras macroeconómicas que tanto gusto le da al bruto de nuestro interno producto. Cuántos bosques y cuántas selvas, en cuántos muertos reposa el confort de nuestras trémulas urbes -me cuestiono con penumbra- …entonces… los pesimismos, los clasismos y los cataclismos ¡estallan en mis manos!

¡A tan tempranas horas!, darse cuenta como el mundo se va deteriorando, destruyendo; advertir como un ilustre ciudadano norteamericano, requiere ¡cinco hectáreas de un ecosistema!, para mantener su consumo promedio de bienes y servicios. Enterarse que OK Tedi, lejos de ser el nombre de un osito de felpa, es una infame mina en Papúa, Nueva Guinea; de donde se extrae el cobre, donde a los mineros se les pudren los pulmones y se les destroza el medio ambiente a los Wopkaimi -oriundos del lugar- pero según dice la nota, es con el cobre de esa mina, con la que nuestros cívicos y magníficos edificios se dotan de tuberías, y a nosotros nos llega el agua caliente y el agua fría.

Con la perspicacia de una nuez, deduzco que los electrodomésticos tarde o temprano, terminarán por destruir el planeta.

¡Terroristas!, terroríficos pronósticos perturban mi carne, ¡Todo a mi rededor explota!, no puedo dar un paso sin sentir como se estremece la tierra, sin palpar la cantidad de cosas infames que acontecen en un instante, sin darme cuenta como basta un parpadeo para que se extinga un ser vivo, tal vez un niño disfrazado de daño colateral; y junto con él, una célula, una parte de mi organismo.

En cada esquina hallo una desgracia, ¡una catástrofe!; a cada paso me tropiezo con flagrantes familias famélicas, pernoctando bajo los puentes y bajo las alcantarillas, no puedo dar un paseo por el barrio, sin encontrarme con la pesadumbre de las cariátides de los edificios públicos, a punto de derrumbarse al no soportar tanto burócrata sepultado en un cúmulo archivos muertos.

Invariablemente, en todos lados y a todas horas, un anónimo ánimo atónito detona en cada uno de mis poros; la volatilidad del precio del petróleo incinera mis nervios y disgrega mis cenizas por el aire.

Y es que mi personalidad de gaznápiro grandilocuente y mi condición de nefelibata con idiosincrasia de triciclo, me hacen suponer cada cosa tan espeluznante, tan horrenda; que el simple batir de alas de una mariposa, como el destapar doscientas docenas de coca-colas cada segundo en todo el mundo, me hace tener premoniciones de magnitudes apocalípticas.

Aunque he intentado consolarme, alienarme, y distraerme viendo programas de televisión que exigen muerte cerebral, no logro calmar la calamidad de mis presentimientos de hecatombe.

Y por más que intento arrodillar mis razonamientos ante la pantalla, todos los días amanezco sedicioso, con el cabello todo revoltoso y con un resabio contumelioso impregnado en la viscosidad de mi saliva.

Con afanes terapéuticos, me he refugiado en las iglesias y en los cultos a la moda, pero ni las nalgas de una modelo, ni el musitar salmodias, me han hecho claudicar de mis críticos criterios de crisis inminente.

Fue hasta que me interese por las biólogas y por la biología (más por las biólogas que por la biología, hay que reconocerlo), que mis maniacos hábitos sucumbieron. Ante mi se abrió un nuevo panorama.

Si antes despreciaba todo lo que supusiera desperdicio, ahora he podido apreciar la vitalidad que hay en un tronco podrido, observar la cantidad de vida y de seres vivos que ahí conviven; donde antes percibía una desgracia, ahora vislumbro esperanza. ¡Qué es la biología, sino una forma de asir la vida!


Que otros sublimen costumbres momentáneas o que pregonen el catecismo dentro de las catedrales; en lo que a mi respecta, prefiero recibir con algarabía y albricias la bastedad que supone la vida.

Con ella -con la biología- encontré el modo de evadir la inevitable desgracia, como transformar las catástrofes en catarsis; con ella -con la bióloga- encontré como la felicidad se fermenta a cada instante, en cada momento en el que nuestras bocas se tocan, se besan y se expanden.

Con tal gusto asisto ahora a la vida, que me resulta imposible no detestar el devastar cotidiano, la monotonía de la ignominia y la infinita infamia que a diario azota la realidad cotidiana de nuestro planeta.

ROJAS
[Deshielo]
[Foto:Ap]

A estas alturas del día



Sentado al borde de un acantilado que está cercano al lugar donde habito, miro la ciudad y su tumulto: el metro encarrilado con su típico olor a “pasuco”, unos microbuses atestados y tambaleantes, y el ubérrimo, diario tráfico del periférico,. Intento retener en mi mente un efímero instante, un fugaz segundo; y veo, como al tiempo que una bocanada de humo sale por una ventanilla, una niña vende cigarrillos; alguien limpia un parabrisas mientras los semáforos enverdecen y los cláxones pitan. No es entonces -me pregunto- el hábito de mi costumbre, una araña, que cotidianamente, me teje su telaraña en lo cóncavo de mis párpados, en lo convexo de mis pupilas.

Será acaso la victoria de la rutina, lo que ha terminado por “occidar” la “imaginancia”. A qué se deberá entonces, que algunos, les de por dar las cosas por dadas, por irrefutables; y se aferren a tener mejores carros, como si con eso fueran a ser mejores personas; a no imaginar otro mundo, que en realidad podría ser mejor y también posible.

Mientras la ciudad -ante mi- acontece, trato de recordar el momento en que el queso y la leche, dejaron de proporcionar calcio, para convertirse únicamente en productos grasos que afectan el buen cuidado de los márgenes humanos; ¿cuándo se extinguió el “homo sapien” y nació el “homo zapping”? ¿Será la nata diaria que se respira en esta ciudad, lo que afecta a las neuronas?

A qué se deberá entonces, que en estos días desabotonarse la camisa signifique irse desprendiendo de botón en botón la personalidad, que al lavarnos la dentadura, tengamos el augurio de que las pastas dentales, a la larga y si se usan como es debido, nos brindarán sonrisas de padrillo. Al dormir, suele causar insomnio, la carencia de las dosis diarias de cataclismos que nos proporcionan los noticiarios; y solemos recriminarnos el hecho de no estar bien (in)formados.

No faltará quien afirme, que a estas alturas desde donde miro, me falta el oxígeno, pero no por ello, dejará de impresionarme el hecho de que el hombre haya podido enviar una sonda espacial a Marte; sin embargo, parezca imposible, resolver el problema del Hambre; cómo es que los de mi especie, que viven donde yo mismo habito, contaminen el agua para construir misiles y armas nucleares.

¡Es tan triste saber como vamos de generaciones en degeneraciones y de construcciones en destrucciones!

Por eso, en esos días en los que me encuentro al borde de los acantilados, invariablemente, me entran unas ganas de precipitarme más allá de los márgenes de una hoja; y bolígrafo en mano, narrar estos días miserables y cotidianos, que en realidad no pasan; y no pasan, porque siguen pasando, ante lo cóncavo de mis parpados, ante lo endurecido de mi carne.
ROJAS

Se sintieron las ñañaras


(La jornada semanal)




[Último informe presidencial]

“Gobernar, es comunicar.”
Vicente Fox

Se podrá decir cualquier cosa de Vicente Fox después de que rinda a la nación su último informe de gobierno; a su gestión se le podrán reprochar todas las promesas incumplidas y todas las cosas malogradas; luego de que termine su mandato, se le tendrá que juzgar en materia de derechos humanos y se hará inevitable el conteo de la cantidad de ineptitudes y negligencias; sin embargo, hay algo que jamás se le podrá achacar a Vicente Fox; su natural habilidad para decir memadas.

Desde el principio nos advirtió que gobernar, es comunicar; si bajo esa sentencia echamos un ojo a la gestión foxista, las cosas quedan como vienen.

El país nunca dejó atrás a los alacranes, alimañas, sanguijuelas, tepocatas, víboras prietas y demás arácnidos que se atraviesen en el camino; en su lugar, el gobierno blanquiazul aprendió a pactar con los detestables.

La paz en Chiapas la arreglo en 15 minutos fue uno de los lemas más mencionados en la campaña del ahora presidente. Como nos dimos cuenta, la paz no es cosa de arreglos sino de acuerdos. Además, para lo que todos era una obviedad, para el presidente fue un cálculo fallido; ya que en escaso cuarto de hora, no se soluciono el rezago ni la miseria, tampoco se pagó la deuda impostergable que tiene el Estado mexicano con las comunidades indígenas.

Vicente Fox ha de cargar a cuestas la losa de sus peripecias verbales y el pesar de un gobierno inocuo, dejado a merced de los intereses empresariales. Su lógica de ex gerente de coca- cola, resaltaba cuando decía cosas como aquello de que el cura Hidalgo, fue un promotor de la micro y pequeña industria; Fox creyó fielmente que el padre de la patria también era un emprendedor de changarros.

Pese a ello, si hay algo que se debe reconocer en el presidente es su optimismo y su perseverancia; ya que a cualquier lado a donde iba, en el pueblo más lejano, en el más remoto; al amparo del libre comercio Vicente Fox veía esperanza y prosperas exportaciones; así en una ocasión informaba: a una vendedora de nopales que sale hoy en día a sentarse en la banqueta a vender sus productos de manera irregular, a ella le vamos a dar acceso para que pueda empacar sus productos, a que pueda echar a andar una pequeña empresa, a que pueda salir a venderlos a Estados Unidos. Neoliberalismo llevado hasta sus últimas consecuencias.

Fue tal el entreguismo al capital privado del mandato panista, que durante el conflicto entre Televisión Azteca y Canal 40; cuando se le demandaba una mediación para conciliar a las partes y encontrar un acuerdo justo; el presidente, indiferente y desentendido, indagaba a la vez que decía y: ¿y yo por qué? Que decidan los empresarios, para eso les estamos dando más apoyo, más poder, ese fue el proceder del gobierno blanquiazul.

Si hay algo que tampoco se ha de olvidar, es su capacidad para que con una simple sentencia, Vicente Fox haya puesto a tambalear la política exterior mexicana; el Comes y te vas, puso al descubierto su subordinación hacia los Estados Unidos, y el amplísimo poder que el mismo Estado le cedió a los medios. El pez, empezaba a morir por su boca.

Pero si algo ha de confortar al presidente es, el saber que no es el único mandatario al que se le identifica como un gobernante manco para hablar y entrenado para decir estupideces; ya que a su amigo Mr Bush, también le da por declarar memadas, como cuando en el primer debate para la presidencia, comentaba: he hablado con Vicente Fox, el nuevo presidente de México, para tener petróleo que enviar a Estados Unidos. Así no dependeremos del petróleo extranjero. Con pleno uso de su libre albedrío, examinen ese ‘lapsus’.

Y si de seguridad hablamos, este sexenio reprueba con todos los honores que el horror profiere; los ajustes de cuentas entre narcotraficantes, los secuestros, los asaltos, el robo de autos; así como la inutilidad de la policía y la torpeza de los ministerios públicos, han dejado tal clima de inseguridad en el país, que 9 de cada 10 mexicanos padecen agorafobia (el otro 1% es el porcentaje de los personajes que salen a la calle con gamberros guaruras); sin embargo, las reflexiones genuflexas de Vicente Fox sentencian: estamos llenando las cárceles por la eficacia que se está teniendo en materia de detenciones. Pero México sigue viviendo con las penitenciarias repletas y las calles sitiadas.

Además, si a esto le sumamos las violaciones a la ley, el atraco a descampado que fue la venta de Banamex y el fraude de los Bibresaca; podemos definir al gobierno blanquiazul como el gobierno del deleite del delito.

Pese a ello, en estos seis años no todo fue tan malo. En octubre del 2002, el presidente jocoso anunciaba: ya casi no sabemos qué hacer con esa cantidad enorme de reservas que acumula el país; se refería a los 45 mil millones de dólares que a esa fecha el pueblo mexicano tenía ahorrado. Es curioso -pero también es jodido- a lo largo y ancho de México; aún hay gente que muere de hambre o de enfermedades curables -o de las dos cosas- pero su presidente nunca supo que hacer con tanto dinero.

Si queremos poner bajo la lupa el tema del (des)empleo, sólo falta ver alguna de las frases célebres de este sexenio; como esta en la que nuestro presidente declara: Yo sí necesito mi pensión porque no he robado, yo sí la necesito, de eso vivo (...), porque regresar ahorita a buscar chamba está cañón, está grueso. Para que vean como el primer mandatario sí está informado y tiene conocimiento pleno de la situación que la nación guarda.

A mediados de la gestión panista, una niña le preguntó a Vicente Fox que qué se sentía ser presidente; el mandatario con su clásico tono campirano y vivaracho le contestó: Se sienten ñañaras; sin duda el señorpresidente fue sincero. Durante estos seis años de tele gobierno, todo el país las sintió.
ROJAS


(El fisgón. La jornada semanal)

domingo, noviembre 26, 2006

¡Alto al fuego permanente!


[Foto: Reuters]

Que nuestra iris padezca una severa midriasis, a causa del azoro que produce el ver cómo andan las cosas en el mundo, es algo - que al comentarlo- ya no le produce el más leve asombro a nadie. Sin duda, el hábito es la esclavitud a la que nuestra libertad nos condena.

Y es que de las múltiples maneras de estar en el mundo, los gobiernos y los empresarios, dictan: "en este mundo hay que andar con miedo". Miedo de salir a la calle, miedo de perder el empleo y la castidad, miedo al que dirán, miedo a Irán y al eje del mal y a todo desarrollo nuclear que se haga sin el consentimiento imperial; y en medio del miedo que difunden los medios, se despliegan las campañas de odio, las guerras sucias y los informes de las guerras santas.

El fuego del cielo os llenará de espanto, dice el Corán, libro sagrado de los musulmanes; dos millones de niños han muerto en la última década, dice la ONU, órgano “regulador” entre las naciones.

Dos millones de vidas cercenadas por la barbarie y la miseria humana, dos millones de daños colaterales, vidas infantes hechas incidencias, pequeños costos en nombre de la libertad y del progreso democrático. Durante diez años, cada hora, 23 niños fallecieron a consecuencia de conflictos bélicos, del entendimiento y del enfrentamiento entre los Estados con bombas de por medio.

Si por un instante pudiéramos captar por alguno de los sentidos la hecatombe humana, ya no digo por el sentido común, ya que eso nos haría caer en la obviedad de que los cadáveres se descomponen con mucha mayor facilidad que los automóviles. No. Me refiero a un sentido como el del olfato, por ejemplo; si por un breve tiempo, apenas el necesario para inhalar hondamente la podredumbre de la guerra; al alcance de nuestra nariz estuvieran 20 estadios aztecas repletos de esos costos de guerra, de esos infantes e infames daños colaterales. A caso el aroma de la muerte no nos taladraría los pulmones.

Sin embargo, día a día las abyecciones arrecian. El miedo se esparce por doquier. Las medidas antiterroristas producen mayor espanto que el propio terrorismo. Basta con hojear algún periódico para ver como el hombre no puede dejar de vejar al hombre, como la usanza de la matanza más que novedad se ha convertido en monotonía mundial.

El doce de Julio de 2006 en Miedo Oriente cundió el pánico nuevamente, los pueblos de esta región, israelíes, libaneses y palestinos, han vivido demasiado tiempo en un clima de miedo, terror y violencia, dice la secretaria de Estado del imperio. Y en efecto, Todo ha vuelto a ser blanco en Líbano, asegura la siguiente nota.

Toneladas de dinamita estallan en el suelo, jornadas de terror y sangre envuelven las ciudades libanesas, truenos y tinieblas ensombrecen las ciudades, cielos iluminados de aureolas sulfúreas, la televisión nos acerca las imágenes dantescas a las tempranas horas de nuestro siglo XXI; y tal como dice la letra sagrada, el fuego del cielo nos llena de espanto.

No sólo en México se lucha por Tierra y Libertad, la demanda es tanto utópica como ubicua. En Medio Oriente también la desigualdad y el despojo descarado, hacen que el odio se esparza de generación en degeneración, de ser humano a ser inhumano; de modo tal que, la realidad es tan endeble, tan frágil, que día a día se transpira una espiral en ruinas, el miedo y el odio se revuelven y explotan; y desde pequeños, los mutilados, los niños huérfanos y todos los agraviados, no pueden concebir otra aspiración que la de graduarse de dinamita humana, de ganarse la trascendencia irguiéndose como heraldos de la venganza.

Hezbollah (partido de Dios), al igual que Hamas, no es un estado: es un movimiento social y político, armado hasta los tuétanos y escudado tras el Corán, este partido político utiliza el terrorismo para obtener poder, y no tiene por estructura más que a musulmanes chíes, la primer minoría libanesa, y claro, el financiamiento de su vecino del norte: Irán.

En Palestina, Hamas también fue una guerrilla opositora a Israel, en variadas ocasiones echó mano del terrorismo, hoy, es un gobierno elegido democráticamente.

Durante las décadas de 1930 y 1940, terroristas israelíes plantaron bombas por toda Palestina, tomando como blancos tanto a soldados británicos como a civiles palestinos. Aquel grupo se llamaba el Irgún, y estaba formado por nacionalistas judíos cuyos hijos ahora forman parte de la elite gobernante israelí.

En estos momentos, Beirut es una ciudad fantasma, Medio Oriente vuelve ha ser la palestra de la ignominia humana, el escenario donde combaten los poderes, donde el capital demanda para sí las rutas comerciales y disfraza la barbarie de guerra santa.

Estados Unidos, aliado sempiterno de Israel, exige la abolición total de Hezbollah porque sabe que al hacerlo, le dará un duro acicate a Irán, a quien le demanda el cese inmediato de su desarrollo nuclear; el imperio exige cosas que jamás estaría dispuesto a hacer, justo como lo hace en ámbitos diferentes al negocio de la guerra, exige abolición de aranceles y subsidios pero se niega a hacer lo propio.

Y mientras el mundo entero mira una desgracia, los dueños del capital se relamen los labios, al ver en la destrucción una oportunidad, la oportunidad inmobiliaria de la reconstrucción, la alza en las acciones de la industria armamentística, la ocasión para apoderarse de una región geopolíticamente estratégica, tal como se ha hecho con Afganistán y con Irak. Se dice que se lucha contra el terrorismo, pero los defensores de la paz y la democracia conminan a los habitantes de Saida, capital del sur de Líbano, a abandonar su ciudad con un racimo de bombas de racimo.

Hasta el momento hay más de 400 muertos, en su mayoría civiles, niños y mujeres; medio millón de desplazados por el terror; y por si fuera poco, Israel advierte que, dejará a Líbano con un retraso de 20 años en infraestructura; y ha amenazado de con destruir 10 edificios de las ciudades al sur de Líbano, en respuesta a cada inconformidad revestida de cohete.

Sobhi, habitante de una ciudad del sur de Líbano, dice: no puedo aguantar día y noche los cohetes que estallan a mi alrededor. ¿Por qué cada cinco o seis años padecemos esto? Los libaneses estamos enamorados de la vida, queremos la paz.
¡Alto al fuego permanente!
ROJAS

Dramática democracia


[Foto: Yazmín Ortega Cortés]

¡Nada para nadie! ¡Pelean voto por voto! ¡Y el ganador es…! Estos y otros igual de ambiguos, fueron los encabezados de los periódicos que colmaron las calles del país que sobrevivió a sus elecciones, es decir, a la intensa guerra de descalificaciones durante los 165 días de enfrentamientos obscenos, todo en el cabal margen de unas campañas con una publicidad tan desmedida como vacía.

De los 103 millones de mexicanos que habitan este país, 45 millones utilizaron su derecho al sufragio; no obstante, tras rebosar las urnas con sus anhelos, ilusiones y francos planteamientos políticos e ideológicos; todos y cada uno de los electores amanecemos preñados de incertidumbre, ansiedad e intriga. No así los candidatos punteros, quienes aseguran tener el triunfo en las manos, la verdad universal que sólo puede emanar su boca.

El alcanzar una concurrencia ciudadana de casi el 60% de los empadronados, pone al pueblo mexicano a niveles de participación encomiables, vamos, a la altura de cualquier democracia europea; no así los guiñoles que pretenden ser gobierno, quienes prometen -siempre prometen, maldita manía que tienen- respetar los resultados si y sólo si, es su partido el vencedor de las elecciones.

Del vericueto electoral del que fuimos tanto testigos como actores, se desprenden varias aristas. Por primera vez, los exiliados, las personas que fueron arrojadas a causa de la miseria endémica que sufre el país, pudieron ejercer su derecho al voto; casi 33 mil desterrados, sufragaron desde el país donde ahora dejan su entusiasmo. Por su parte, los dos partidos de reciente acuñación, conservarán su registro al superar el 2% de los sufragios. Y a varios días de la contienda, la moneda está en el aire.

Cerca de 12 mil millones de pesos le costó al país esta incertidumbre. De los impuestos de los mexicanos, según datos oficiales, a los medios de comunicación liderados por Televisa y TV Azteca, se les pagó un monto superior a los 4 mil millones de pesos por concepto de publicidad, el precio de todos y cada uno de los spots de los candidatos, fue costeado por el bolsillo de los ciudadanos, peso a peso lo hemos pagado los mexicanos.

Con el precio de tan dramática democracia, bien podríamos habernos hecho de mayor infraestructura, aportar mayores recursos para la preservación de los doce ecosistemas que México posee, hubiéramos financiado sendos proyectos para el desarrollo de nuestra incipiente industria agropecuaria, podríamos haber impulsado investigaciones en materia energética, tanto para hacer más productivas a nuestras paraestatales PEMEX y CFE, como para explorar alternativas de consumos e insumos de energía, como la eólica o la solar; en fin, todo un sin numero de demandas urgentes que el país tanto necesita. A cambio de eso, gran parte del dinero de los mexicanos, se fue a los bolsillos del señor Azcarraga y del señor Salinas Pliego, para que con esos recursos, nos den más entretenimiento, para que nos tengan elección tras elección bailando por un sueño, creyendo que México ya es otro rollo, para que desde la tele nos digan que se siente tener el privilegio de mandar y nosotros nos partamos de la risa.


Albricias prematuras

Un paupérrimo 1.04 % es la distancia de los dos punteros al terminar el conteo rápido del PREP, la nación ensaya gestos de asombro y zozobra, Andrés Manuel afirma haber ganado las elecciones por 500 mil votos, Calderón hace lo propio; un día después, se avisa que hay 3 millones de sufragios en el naufragio, “inconsistencias” les llama el IFE.

El desenlace de este reality show mediocratico, seguramente tardará meses en resolverse, y se hará en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF); se resolverá en los tribunales aquello que no se pudo en las urnas. Por lo pronto los dos contendientes se declaran vencedores.

A estas alturas, absolutamente nadie, puede decir que la Democracia es el poder de las mayorías, puesto que es, lo diametralmente opuesto; y esta elección lo confirma.El número de votos con los que ganará cualquiera de los candidatos es inmensamente diminuto; por lo que la mayoría de los mexicanos será gobernado por un candidato por el cual ellos no votaron, tres cuartas partes del país será representada por una persona en la que la gente no confía en la que no cree.

Así pues, queda claro que la democracia, no garantiza la sana gobernabilidad del país, ni mucho menos, la elección del mejor mexicano para representar a una nación entera.

Tampoco se puede pasar por alto, que el candidato electo, tendrá que vérselas con las celebraciones del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución, en 1810 estalló una guerra insurgente en el territorio nacional, en 1910 la suma de inconformidades populares desemboco en una sangrienta revolución; un siglo después, todo parece indicar que seguiremos viviendo en el país donde se privatizan las ganancias y se hacen publicas las deudas, donde delincuentes, políticos y empresarios son inmunes y también impunes; los escenarios como los de Chiapas, Pasta de Conchos y Atenco no dejan de pasar; en fin, continuamos arrastrando las miserias de un pasado todavía vivo.

Oído atento al silencio

La nulidad del voto hace mucho ruido. Más del 2% de los electores, o sea, cerca de un millón de ciudadanos, decidieron sufragar en blanco y darle su confianza a nadie. Tal como quedó el escenario político, este número de votos podría haberle dado el triunfo a alguno de los dos líderes de la contienda, pero no fue así. Ciertos electores hicieron notar su hartazgo de esta tierra de promisión que los candidatos ofrecen elección tras elección, esas miles de personas, con su silencio marcaron su distancia de la lucha de intereses que resultan ser las elecciones, escaparon de esa dialéctica entre ser el chingon y ser el chingado, entre el combate del manos limpias contra el manos firmes, entre los que creen en el complo y los que defienden a ultranza todos los sospechosismos.

Ese 2% bien podría constituir un partido, el partido de los ciudadanos que conocen de la inmensidad del silencio, el de los que saben que la configuración de cualquier país depende de sus ciudadanos y de su quehacer cotidiano, de los que entienden que el reto es de todos y no sólo de fracciones partidistas; un nutrido colectivo que advierte que el atavismo y el porvenir de nuestro país, está en nuestro quehacer con y sin políticos.

Rojas