martes, junio 04, 2013

Un país justo es un país en Paz



Cuando se siembra la justicia con uno mismo como en la sociedad, crece la paz, entonces nos sentimos plenos, sabemos que nuestro trabajo y nuestros días son para una eternidad, morada del misterio que constituye parte de la vida misma. Estamos bien, avanzamos juntos hacia el porvenir de lo que en otrora conociéramos como utopías, caminamos seguros a la Tierra Promisoria.

La Tierra Promisoria es ese cielo que hemos visto colmado de color y de nubes mientras -ese es el reto- respiramos y sabemos que a nuestro alrededor los demás están bien; todos se encuentran asombrados al ver el mismo espectáculo en las alturas.

Los problemas del país, son las madres ofendidas por la delincuencia organizada, los grupos comunitarios de auto defensa, como los múltiples mexicanos, en su mayoría jóvenes, que están en búsqueda de oportunidades académicas o profesionales pero que por su nivel económico y social, no pueden desarrollar en todo su potencial.

Al igual que en el caso de mi hermano, como con el hijo de Sicilia, como con los hijos de Paramo, como con los desaparecidos de todas las partes de México, ahora que estamos en confianza y que queremos mover al país a un lugar mejor; debemos atender los casos hasta hacer Justicia y replantear las políticas públicas para asegurar que el tráfico de drogas no se fortalezca con el tráfico de armas. Tomar aliento para reparar el daño emocional en el tejido social. Lo Justo, siempre da paz.

Se podría pensar que ante estos problemas lo que se necesita es fortalecer los sistemas policiacos y de inteligencia, judiciales, militares y no; lo que se necesita como sabemos, es desarrollar transparencia en el servicio público así como una educación sólida e integral, que de a la puerta de la economía inteligente, rica por su diversidad, comprometida con el desarrollo sustentable como parte de un derecho humano, como el derecho a la información y a ser feliz y vivir en paz.  

Son estas las venas abiertas de México, no son casos aislados, son parte estructural del sistema gubernamental y burocrático, social y cultural, educativo y económico en el que vivimos; son estos los problemas que laceran nuestro tiempo.

Para erradicar el hambre hay que asegurar que no extorsionen al campesino, que no le pidan la cuota al vendedor de pan por que vive en un barrio marginado; puede haber colonias humildes, sencillas, económicas, pero no marginadas, no excluidas.

Eso es un México en Paz, un México Justo, una nación que con el tiempo, como economía emergente, tendrá que participar, afrontar y enfrentar de modo ejemplar las adversidades del orbe; al incidir y participar de manera esencial, en el concierto de las naciones. El paradigma de nuestro siglo, tiene que ver con la confabulación entre la calidad y la equidad; la Justicia y la Paz.