domingo, mayo 06, 2012

Impecable



Hay niveles de conciencia donde las personas pueden darse cuenta como en realidad siempre son distintas personas las que intervienen en su día cotidiano, constantemente, consigo mismos; mientras uno quiere degustar apaciblemente un culo caro de redondo otro quiere ir al cine a la función de las seis mientras por lo menos otro más está pensando las cosas de tal modo que resulta imprescindible, ir al gimnasio, ¡hagamos esto!, grita otro, ¡Claro, eso está bien!, asegura uno más; quien al unísono escucha “pero a este quien le dijo que podía aprobar las cosas”. Hay otro nivel de conciencia que sabe que al tomar una decisión todas esas personitas se van al carajo e irremediablemente, somos Uno. 

Al tomar la cerveza o al encender la televisión tomo una decisión, todo el tiempo estoy tomando decisiones, al agarrar el tubo en el metro, al masticar doce veces el bocado al alejarme 23 centímetros del mingitorio porque traigo muchas ganas de hacer pipi. Al tomar cada una de esas decisiones necesito establecer acuerdos con cada una de esas personalidades si decido estar alegre o enojarme, llegó a un acuerdo y ejerzo una decisión.

La persona que busca su luz y sabe que su vida es el otro lado del espejo de su muerte, que la vida y la muerte desde el principio de los tiempos se han enamorado las muy bellas y se aman en secreto todos los días, esa persona es un acuerdo en sí mismo. No duda. Sin sentimentalismos, piensa con el corazón y ha tomado la última de sus decisiones, ser impecable.

No hay decisiones veámoslo así: “buenas” o “malas”, “insignificantes” o “trascendentes”. Todas nuestras decisiones, son decisiones de cara a nuestra muerte querida.

Es como si la bella fuera amazonas, cazadora de sepa; y en todo momento nos estuviera acechando a una distancia moderada, invisible, esperando nuestro fin con una paciencia insospechada en el intersticio de cada uno de nuestros actos sonriendo, hermosa como la luna suspendida con su nácar alto en el mes de mayo.