jueves, septiembre 30, 2010

Ni rencor Ni odio


Sabía que tenía que hacer la nota, llegaba justo a la hora, la junta se había extendido y someramente intentábamos desentrañar dos puntos, la editorial es un mundo, y la educación sin duda, un imperio sin límite, entendía mientras pasaba entre la gente de la entrada, personas salían del lugar con mala cara, y a estos… quien los dejo pasar, murmuraban, avanzaba sin poder predisponer nada, el taxi a la entrada pidiendo la prisa, las pastillas de menta antes de abordar el Metro Bus.

Pise el Covarrubias un minuto antes de las siete y vi la mesa, sabia que tenía que poner la grabadora sobre ella, en el taxi ya pulsaba la naturaleza del acto, al doblar la esquina había presionado Rec.

Cinco gobernadores, el rector de la Nacional, las personas que vi salir eran estudiantes, miré la mesa, desenfundé la cámara y un cúmulo de estudiantes tomaban el escenario, mujeres, niños, indios de Copala en el centro de la Universidad, palpitando.

La sociedad civil, lo que llamamos vena de la nación, le cobraba deudas al gobierno del estado de Oaxaca, presos, emboscados, desaparecidos, ultimados.

Lo decía Chomsky, el mago minero, “mientras nosotros hablamos, en Oaxaca están pasando cosas”, disparos indiscriminados, el gobierno apetece dialogar sangre.

Hasta ese entonces, nadie había acertado a decirme que el siguiente evento que habría de cubrir, estaría en el origen de mí.

Es imprescindible un presupuesto en educación -y lo es- para que en el país y en el mundo, no exista ni el rencor ni el odio.