El Rey Criollo
(A Calderón y a su congreso)
[Banksy]Pues lo mismo es lo que puede pensarse
y lo que puede ser
Parménides
Para quedar loco sólo hay que estar cuerdo una vez, decía Daniel, en tono desapresurado, no mames wey, esas jaladas quee, ¡Jaja!, dame una mano, Préstame cinco pesos, La mamáras tan bien, No ya en serio, que pedo con tus cuentos, Cuales cuentos -le contesta Fernando desentendido- Pues los del Parménides, ¿Cuál Parménides, el de Elea, filósofo griego, discípulo de Anaximandro?, No pendejo, Parménides Grarcía Saldaña, el del Rey criollo, el libro que te preste la otra vez, Ah, pues chidos, ¿Chidos?, así nomás, Pues si wey, es literatura de onda, que esperabas que te dijera, es como si a un intento de excéntrico se le ocurriera hacer reseñas de libros con diálogos pendejos, como este, Jaja, pero no mames, a poco el ambiente de onda, de vaso jaibolero, nalga de fábula y rock a la mano no te llena, a poco cuando leías no se te paro aunque sea una vez. No eres más estúpido porque no estás más alto. Daniel, que no comprendía que demonios tenía que ver su altura con la literatura y la estupidez, no dijo nada; Tú no tienes la culpa mi amor que el mundo sea tan feo, tú no tienes la culpa mi amor de tanto cachondeo, se escuchaba la música, se advertía el meneo, mientras Fernando tomaba cuidadosamente un canapé de salmón que había medido minutos antes, cuando vio la charola y al mesero, del mismo modo, tomo, un mezcalito, Daniel, cual espejo, hizo lo propio, luego de un largo silencio, Fernando agregó: tu sabes que mi búsqueda está en la belleza y en la verdad, cosas inseparables; y la literatura de onda es algo así como una moda, y la moda y la belleza se podría decir, son conceptos que se contraponen, Si wey pero no mames los cuentos están bien escritos, Ok, son legibles, como el Declive, como A la deriva, como Las instrucciones para un suicidio a todo dar, si tú quieres, concedía Fernando sincero, pero lo que dicen es pura mamada, escuincles fresas, jariosos, detrás de una nalga, Es nuestra condición hermano, no lo puedes negar, Sí, pero yo estoy convencido que todo está en constante movimiento y eso que tu llamas “condición”, se puede transformar, en el cuento, Una actitud sincera, que a mi gusto es el mejor, no mames, pinches definiciones de amor tan pantunfleras, por no decir teporochas, que “el amor a larga distancia es masturbación”, por Dios que simpleza, que “el amor es una conjugación”, “Copular, cohabitar, fornicar, picar, pisar, clavar, coger”, contestaba Daniel que parecía saberse el cuento de memoria. Y la escena del final, el caminar entre las mesas, la música del sax rumbo al hotel, sólo por despecho, no me digas que no es arte. Puede ser, por eso te digo que me gusto, pero dime que enseña, Nuestra condición -repetía Daniel- Y dale con nuestra condición, no te digo que nuestra condición puede ser cualquiera, nosotros moldeamos nuestra esencia, formamos nuestro criterio, Pues el Parménides se jugó la piel carnal, se clavó en la onda hasta que se le fue la misma, insistía Dan, Si se quedó loco fue por su gusto hermano, fue su decisión, no me vas a decir que tú lo admiras nada más por eso, ¡No mames, Fer!, se asombraba Daniel, de verdad no puedes intentar ser objetivo sin parecer ojete, No soy ojete, ¡carnal!, simplemente soy coherente. Pero que te puedo decir yo, si estoy en total desacuerdo con el ninguneo flagrante que nuestro H ministerio de cultura hace a la literatura del buen Parme, que si como el afirmaba, El rey criollo fue su primer orgasmo literario, eso sólo Dios lo sabe, quizá el José Agustín, que para mí que se la flauteaba, pero sí tomamos eso por cierto, me parecería necesario acercar ese primer orgasmo a nuestra juventud hispana, como ese primer acercamiento al mundo de las letras, o podría querer, además, que el pinche Calderón gobernara bien, o mejor, que por fin el hombre prescindiera de gobiernos, de estatutos, del hombre-sobre el-hombre, pero esas cosas, carnal, no están en mis manos, yo sólo hago reseñas. Te lo dije bien clarito, me gustan los aviones, me gustas tú, me gusta colombiana, me gustas tú. Se escuchaba en el ambiente, mientras Daniel sacaba un marley bien ponchado y se atizaba a placer, De ahí eres, dijo Fernando, Daniel sólo se rió, y corrió el porro, al tiempo que preguntaba: y el Rey criollo, el cuento, que te pareció, No mames que putiza, carnal, Jaja, Sí no mames, te acuerdas cuando nos reventamos a los de la CP, Sí mi chingón, como no, de eso me acordé, pero ese día quien tuvo la culpa fue la pinche Jeni, le dio entrada a ese wey, y ese wey se le acercó y que la faltosea, el Juan pues no se aguantó, y que se arma el reventón chulo mijo, decía Fernando mientras fumaba y miraba entrar a la pareja en cuestión. Radio reloj, 8 de la noche, no todo lo que es oro brilla, remedio chino e infalible. No cabe duda, para quedar loco, sólo hay que estar cuerdo una vez. Te acuerdas, Nada más les brille el tubo, y todos se echaron a correr.
átomo silvestre
y lo que puede ser
Parménides
Para quedar loco sólo hay que estar cuerdo una vez, decía Daniel, en tono desapresurado, no mames wey, esas jaladas quee, ¡Jaja!, dame una mano, Préstame cinco pesos, La mamáras tan bien, No ya en serio, que pedo con tus cuentos, Cuales cuentos -le contesta Fernando desentendido- Pues los del Parménides, ¿Cuál Parménides, el de Elea, filósofo griego, discípulo de Anaximandro?, No pendejo, Parménides Grarcía Saldaña, el del Rey criollo, el libro que te preste la otra vez, Ah, pues chidos, ¿Chidos?, así nomás, Pues si wey, es literatura de onda, que esperabas que te dijera, es como si a un intento de excéntrico se le ocurriera hacer reseñas de libros con diálogos pendejos, como este, Jaja, pero no mames, a poco el ambiente de onda, de vaso jaibolero, nalga de fábula y rock a la mano no te llena, a poco cuando leías no se te paro aunque sea una vez. No eres más estúpido porque no estás más alto. Daniel, que no comprendía que demonios tenía que ver su altura con la literatura y la estupidez, no dijo nada; Tú no tienes la culpa mi amor que el mundo sea tan feo, tú no tienes la culpa mi amor de tanto cachondeo, se escuchaba la música, se advertía el meneo, mientras Fernando tomaba cuidadosamente un canapé de salmón que había medido minutos antes, cuando vio la charola y al mesero, del mismo modo, tomo, un mezcalito, Daniel, cual espejo, hizo lo propio, luego de un largo silencio, Fernando agregó: tu sabes que mi búsqueda está en la belleza y en la verdad, cosas inseparables; y la literatura de onda es algo así como una moda, y la moda y la belleza se podría decir, son conceptos que se contraponen, Si wey pero no mames los cuentos están bien escritos, Ok, son legibles, como el Declive, como A la deriva, como Las instrucciones para un suicidio a todo dar, si tú quieres, concedía Fernando sincero, pero lo que dicen es pura mamada, escuincles fresas, jariosos, detrás de una nalga, Es nuestra condición hermano, no lo puedes negar, Sí, pero yo estoy convencido que todo está en constante movimiento y eso que tu llamas “condición”, se puede transformar, en el cuento, Una actitud sincera, que a mi gusto es el mejor, no mames, pinches definiciones de amor tan pantunfleras, por no decir teporochas, que “el amor a larga distancia es masturbación”, por Dios que simpleza, que “el amor es una conjugación”, “Copular, cohabitar, fornicar, picar, pisar, clavar, coger”, contestaba Daniel que parecía saberse el cuento de memoria. Y la escena del final, el caminar entre las mesas, la música del sax rumbo al hotel, sólo por despecho, no me digas que no es arte. Puede ser, por eso te digo que me gusto, pero dime que enseña, Nuestra condición -repetía Daniel- Y dale con nuestra condición, no te digo que nuestra condición puede ser cualquiera, nosotros moldeamos nuestra esencia, formamos nuestro criterio, Pues el Parménides se jugó la piel carnal, se clavó en la onda hasta que se le fue la misma, insistía Dan, Si se quedó loco fue por su gusto hermano, fue su decisión, no me vas a decir que tú lo admiras nada más por eso, ¡No mames, Fer!, se asombraba Daniel, de verdad no puedes intentar ser objetivo sin parecer ojete, No soy ojete, ¡carnal!, simplemente soy coherente. Pero que te puedo decir yo, si estoy en total desacuerdo con el ninguneo flagrante que nuestro H ministerio de cultura hace a la literatura del buen Parme, que si como el afirmaba, El rey criollo fue su primer orgasmo literario, eso sólo Dios lo sabe, quizá el José Agustín, que para mí que se la flauteaba, pero sí tomamos eso por cierto, me parecería necesario acercar ese primer orgasmo a nuestra juventud hispana, como ese primer acercamiento al mundo de las letras, o podría querer, además, que el pinche Calderón gobernara bien, o mejor, que por fin el hombre prescindiera de gobiernos, de estatutos, del hombre-sobre el-hombre, pero esas cosas, carnal, no están en mis manos, yo sólo hago reseñas. Te lo dije bien clarito, me gustan los aviones, me gustas tú, me gusta colombiana, me gustas tú. Se escuchaba en el ambiente, mientras Daniel sacaba un marley bien ponchado y se atizaba a placer, De ahí eres, dijo Fernando, Daniel sólo se rió, y corrió el porro, al tiempo que preguntaba: y el Rey criollo, el cuento, que te pareció, No mames que putiza, carnal, Jaja, Sí no mames, te acuerdas cuando nos reventamos a los de la CP, Sí mi chingón, como no, de eso me acordé, pero ese día quien tuvo la culpa fue la pinche Jeni, le dio entrada a ese wey, y ese wey se le acercó y que la faltosea, el Juan pues no se aguantó, y que se arma el reventón chulo mijo, decía Fernando mientras fumaba y miraba entrar a la pareja en cuestión. Radio reloj, 8 de la noche, no todo lo que es oro brilla, remedio chino e infalible. No cabe duda, para quedar loco, sólo hay que estar cuerdo una vez. Te acuerdas, Nada más les brille el tubo, y todos se echaron a correr.
átomo silvestre
(((un aplauso, siga votando, sufragio efectivo, no reelección)))
2 Comments:
buenísimo de todo a todo, sabía que me esoy consolidando como su aútentica "fans"?? jaja, en verdad, lo felicito, ha revolucionado a la onda!
Me sonroja, usted siempre tan amabale, muchas gracias de verdad. La revolución es la onda!!
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