martes, octubre 08, 2013

La escuela es el mundo




A la memoria de mi hermano el viento, quien llega a donde yo no puedo.

La educación emana de la época, del entorno, de la casa, de la familia; ceñir el aprendizaje, los aprendizajes, al centro escolar; es desconocer que todo conocimiento humano deviene de una realidad histórica, derivada de una construcción social, edificación que hace de la “escuela”, el mundo. 

Gilberto Guevara Niebla, actual miembro de la junta de gobierno del INEE, en alguna ocasión me compartió su rechazó para repasar los planteamientos de Iván Illich, por “estar superados” según dijo; en contraste, el investigador de El Colegio de México (Colmex), Manuel Gil Antón, también en un gran encuentro, me planteó la necesidad de reflexionar, debatir, sobre algunas de las ideas de este pensador austriaco.

En México la desvinculación de los padres de familia con la educación formal de sus hijos, es notable, prueba de ello, es que la mayoría cree que la educación de los menores está bien, es decir, están conformes con ella. La exigencia social de mejorar la calidad del sistema educativo, proviene de organizaciones sociales impulsadas por el sector empresarial. El discurso es notable, si México quiere participar en la economía global, requiere incrementar su “competitividad” y su “productividad”, ergo, necesitamos más y mejor educación, pero una educación perfilada, como se advierte, a una orientación tecnológica.

Junto con ello, o a pesar de ello, con el propósito de contribuir a que el sistema educativo mejore, por abstracto que esto parezca, reconocerán lectores queridos, que en términos generales, a medida que se mejora la educación de la ciudadanía, la construcción de una sociedad de derechos podrá avanzar con entusiasmo y brío.

En estos tiempos tan nuestros, fortalecer nuestro tejido social en búsqueda de nuestra meta sempiterna: justicia, igualdad, paz, libertad, se plantea como impostergable. Damos por hecho que, sin justicia no hay paz como sin equidad no hay calidad; en educación, este precepto, es inaplazable.

Respondo entusiasmado al llamado que la sección 36 ha decidido realizar, me refiero a este legado editorial, estas páginas que habrán de tener consigo los maestros mexiquenses y que repasarán justo en un instante en el que estaremos, los colaboradores, haciendo otra cosa y dedicándonos a lo mismo, abrir barreras, quitar tropiezos,  entender, realizar, abatir, reflexionar, debatir, entorno a los paradigmas que plantea la educación y el desarrollo del país, en el siglo XXI.

En esta ocasión al hablar sobre el papel de los padres de familia en el logro educativo, tema apropiado para el sindicalismo magisterial que desde hace unos años ha adoptado el lema: La educación es tarea de todos; se plantea como propicio para expresar ciertas inquietudes, que algunos sectores, reconocerán como verdades incomodas. Planteamientos de espíritu crítico, necesarios para dimensionar el reto de la educación.  

Con los indicadores educativos como están: ocho de cada diez adolecentes, según la ENLACE 2012, al concluir la secundaria, reflejan aprendizajes insuficientes en matemáticas y español; es decir, difícilmente pueden realizar una operación aritmética simple y, tienen dificultades para comprender lo que leen y para expresarse de forma escrita.

Que el SNTE busqué hacer un cambio de perspectiva y, a semejanza de la organización Mexicanos Primero, realice una campaña preguntando ¿Dónde están los papás?, parecería algo más que lógico; al mismo tiempo, contemplar que con ello, el gremio magisterial quisiera deslindarse de aquello que por décadas se ha conocido como el desastre, la catástrofe educativa.

Desde el gobierno federal, en la administración pasada, en ésta y en los estudios de las organizaciones internacionales; siempre se destaca al maestro como una pieza clave en la educación de los alumnos, y así es, pero antes que los docentes están los padres o las circunstancias, quienes se convierten en nuestros primeros educadores.   

“La escuela dejó de ser un mecanismo de ascenso social, el empleo se ha reducido y ha crecido la informalidad, la familia se ha desdibujado y se ha incrementado la cifra de madres solteras, además de que los valores se aprenden en otros lugares y no convencionalmente en el hogar: en la esquina, en el barrio, con la banda... por lo que se fraguó una ruptura entre el joven y la institucionalidad”, señala el académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Héctor Castillo Berthier.

Lo anterior, en su momento lo ha expresado también el SNTE, si existe la necesidad de las escuelas de tiempo completo, es por el creciente numero de madres solteras que trabajan, así como las que no lo son, en estos tiempos, también suelen salir al mercado laboral; asignando a un tercero, el cuidado de los hijos. Este tercero, se prevé como mejor opción puede ser el centro escolar mismo. El rostro de la sociedad tradicional se desdibuja y sobre la misma tela se dibuja otro panorama, sin duda más diverso, pero no por plural, informático y erudito, necesariamente mejor. Ya lo planteaba Kant:

“El arte y la ciencia nos han hecho cultos en alto grado. Somos civilizados hasta el exceso, en toda clase de maneras y decoros sociales. Pero para que podamos considerarnos como moralizados falta mucho todavía. Porque la idea de moralidad forma parte de la cultura; pero el uso de esta idea, limitado a las costumbres en cuestiones matrimoniales y de decencia exterior, no es ya toda la civilización. En tanto que los Estados sigan gastando todas sus energías en sus vanas y violentas ansias expansivas, constriñendo sin cesar el lento esfuerzo de la formación interior y la manera de pensar de sus ciudadanos, privándolos en este sentido de todo apoyo, nada hay que esperar el lo moral. Es necesaria una larga preparación interior de cada comunidad para la educación de los ciudadanos; pero todo lo bueno que no esta empapado de un sentir moralmente bueno no es más que pura hojarasca y lentejuela miserable”[1].  
    
Ahora bien, si reflexionamos un momento sobre la necesidad de esa lenta preparación interior en nuestra era de redes sociales, bullying electrónico, secuestros virtuales, sexteo y demás construcciones sociales, la pregunta ¿qué tanto se vinculan los padres con la educación de sus hijos?, adquiere una mayor relevancia, ¿podría servir de algo (en casos en donde esto sea posible), crear comunidades en entornos como Facebook, que vinculen a los padres de familia con los maestros de sus hijos? 

Según la Encuesta Nacional de Educación, realizada por el IIFIE, de los 200 días del calendario escolar, los padres de familia, se acercan al centro escolar, en 4 ocasiones, de cada 100 padres de familia, únicamente 30 conoce los resultados de la prueba Enlace, los datos de las encuestas son asaz interesantes si se dimensionan y se ponen en perspectiva.

De acuerdo con esta misma encuesta, el 57 por ciento de los maestros considera que los malos resultados de sus alumnos en la prueba Enlace, se deben a factores externos a su labor; el que los maestros rechacen su responsabilidad en estos indicadores, se da, sin duda, a partir de la consideración de la construcción social implícita, lo que en sociología se conoce como “origen es destino”, alzamos los hombros y seguimos en lo mismo.  

Ya lo ha planteado el INEE; en nuestro país, existe una acentuada desigualdad en la distribución de la riqueza: mientras 21.2 millones de mexicanos viven en situación de pobreza alimentaria, 11.3 millones (el 10 por ciento más rico más rico) concentran 38 por ciento del ingreso corriente nacional.

Ahora bien, ¿qué importancia tiene que los padres de familia conozcan los resultados de la prueba Enlace?, si desconocen lo que hacen sus hijos e hijas en las populares fiestas urbanas, denominadas “perreos”, por ejemplo; si sólo rechazan y no ponen atención a la música que escuchan, la cultura, los discursos que habitan sus hijos:

“Yo toy ready pa ti tu sabes quien yo soy
blam blam blam yo le doy”

Es parte de la letra de la canción “Rumor de guerra” del reguetonero, Héctor “El Father”, una pieza que hace apología del encuentro entre bandas; y a saber, Héctor no está solo, en el escenario de este genero musical que goza de una creciente popularidad entre la juventud mexicana; distintos autores hacen énfasis de la supremacía del más fuerte, con toda la violencia implícita en el pandillerismo, los crews y la delincuencia organizada. Es el “bono demográfico” en la raya del sicariado; una cultura, una generación de jóvenes, que han crecido con la idea innata de que el servicio público es para garantizar el bien privado, el medio para obtener las cosas es: quítate tú para ponerme yo, cada vez más delincuenciales, afirman poetas salvajes de nuevas camadas.   

Podríamos decir que este fenómeno es exclusivo de una clase social, y erraríamos al hacerlo, al igual que en el caso de mi hermano, por quien desde hace nueve meses pugnamos por justicia en su homicidio, como con el hijo de Sicilia, como con los hijos del periodista David Paramo, como con los desaparecidos de todas las partes de México; y ahora que estamos en confianza y queremos mover al país a un lugar mejor; debemos atender los casos pronto y con probidad , de este modo replantear las políticas públicas para asegurar que el tráfico de drogas no se fortalezca con el tráfico de armas. Tomar aliento para reparar el daño emocional en el tejido social. Lo justo, siempre da paz.

Algo que se debe transmitir a los niños desde la escuela como desde la casa, es aquello que planteaba claramente Alfonso Reyes: “El destino del hombre no se realiza en el individuo, sino en la total especie humana”[2]. Los problemas del país, son las madres ofendidas por la delincuencia organizada, los grupos comunitarios de auto defensa, como los múltiples mexicanos, en su mayoría jóvenes, que están en búsqueda de oportunidades académicas o profesionales pero que por su nivel económico y social, no pueden desarrollar en todo su potencial. Una frase muy concurrida el año pasado, fue “más becarios menos sicarios”, este planteamiento, de donde haya salido, tiene una orientación reparadora, se advierte un sentido que busca subsanar, quizá hasta recuperar, el tiempo perdido.

Se puede considerar la especie humana en su conjunto como la ejecución de un plan secreto de la naturaleza, encaminado a la realización de una constitución estatal interiormente perfecta y, para este fin, también exteriormente perfecta, que permita el total despliegue de las potencialidades humanas[3].  

Vamos por ese despliegue de potencialidades, para hacerlo debemos ser claros en nuestras pretensiones. Hasta hace poco, en una campaña masiva, firmada por el Pacto por México, en los anuncios, una voz impersonal manifestaba: “Papá, Mamá; hoy la reforma educativa ya es parte de la Constitución, lo que te asegura más calidad en la educación de tus hijos”, después de la falsedad, el axioma: “con una mejor preparación, podrán enfrentar el futuro de una manera más exitosa”.

El Secretario de Educación lo sabe, si las cosas salen bien, participan de manera entusiasta todos los actores, la sociedad se compromete, las leyes reglamentarias se distinguen por su claridad, se organiza un buen equipo para trabajo conjunto interinstitucional, en más o menos 30 años la gestión educativa de la actual administración podrá verse reflejada en un salón de clases.

¡Ay, de aquel que con ello se desanime!, la educación es un proceso de largo, largo aliento.

Los padres de familia al vincularse con la educación de sus hijos, deben estar conscientes que no por evaluar a los maestros, la educación, ipso facto, apuntalará su calidad; la evaluación es un factor, sí, pero igual de importante es la preparación constante y comprometida de los profesores, para consigo mismos como para sus alumnos, la revaloración social de su encomienda, el mejoramiento de la infraestructura. Si no hay bebederos en una escuela porque en la comunidad no hay agua corriente, gestionar las políticas necesarias para que la comunidad tenga agua y las escuelas bebederos, al igual con los programas que incluyen equipos de computo en las clases, se dice fácil porque la capacidad y la voluntad es enorme. 

La sociedad, los padres de familia, al contemplar a los maestros como verdaderos agentes del conocimiento; ellos, en correspondencia tendrán que comprometerse con el conocimiento mismo, hasta convertirse en seres capaces de “sacudir la imaginación de los hombres” como dijera Reyes; personas hábiles para recordarnos constantemente “el olvidado asombro de estar vivos”, como planteara el poeta en aquellos magníficos versos de Piedra de Sol.


Texto publicado en la revista Paradigma XXI




[1] Kant, Immanuel. Filosofía de la historia.

[2] Reyes, Alfonso, Obras Completas, “La Historia y la Mente”.
[3] Kant, Immanuel. Op cit.