La escuela es el mundo
A la memoria de mi hermano el viento, quien llega a donde yo no puedo.
La educación emana de la época, del entorno, de la casa, de la familia; ceñir el aprendizaje, los aprendizajes, al centro escolar; es desconocer que todo conocimiento humano deviene de una realidad histórica, derivada de una construcción social, edificación que hace de la “escuela”, el mundo.
Gilberto Guevara Niebla, actual miembro de la junta
de gobierno del INEE, en alguna ocasión me compartió su rechazó para repasar
los planteamientos de Iván Illich, por “estar superados” según dijo; en
contraste, el investigador de El Colegio de México (Colmex), Manuel Gil Antón,
también en un gran encuentro, me planteó la necesidad de reflexionar, debatir,
sobre algunas de las ideas de este pensador austriaco.
En México la desvinculación de los padres de
familia con la educación formal de sus hijos, es notable, prueba de ello, es
que la mayoría cree que la educación de los menores está bien, es decir, están
conformes con ella. La exigencia social de mejorar la calidad del sistema
educativo, proviene de organizaciones sociales impulsadas por el sector
empresarial. El discurso es notable, si México quiere participar en la economía
global, requiere incrementar su “competitividad” y su “productividad”, ergo,
necesitamos más y mejor educación, pero una educación perfilada, como se
advierte, a una orientación tecnológica.
Junto con ello, o a pesar de ello, con el propósito
de contribuir a que el sistema educativo mejore, por abstracto que esto parezca,
reconocerán lectores queridos, que en términos generales, a medida que se
mejora la educación de la ciudadanía, la construcción de una sociedad de derechos
podrá avanzar con entusiasmo y brío.
En estos tiempos tan nuestros, fortalecer nuestro
tejido social en búsqueda de nuestra meta sempiterna: justicia, igualdad, paz,
libertad, se plantea como impostergable. Damos por hecho que, sin justicia no
hay paz como sin equidad no hay calidad; en educación, este precepto, es
inaplazable.
Respondo entusiasmado al llamado que la sección 36 ha
decidido realizar, me refiero a este legado editorial, estas páginas que habrán
de tener consigo los maestros mexiquenses y que repasarán justo en un instante
en el que estaremos, los colaboradores, haciendo otra cosa y dedicándonos a lo
mismo, abrir barreras, quitar tropiezos,
entender, realizar, abatir, reflexionar, debatir, entorno a los paradigmas
que plantea la educación y el desarrollo del país, en el siglo XXI.
En esta ocasión al hablar sobre el papel de los
padres de familia en el logro educativo, tema apropiado para el sindicalismo
magisterial que desde hace unos años ha adoptado el lema: La educación es tarea de todos; se plantea como propicio para
expresar ciertas inquietudes, que algunos sectores, reconocerán como verdades
incomodas. Planteamientos de espíritu crítico, necesarios para dimensionar el
reto de la educación.
Con los indicadores educativos como están: ocho de
cada diez adolecentes, según la ENLACE 2012, al concluir la secundaria,
reflejan aprendizajes insuficientes en matemáticas y español; es decir,
difícilmente pueden realizar una operación aritmética simple y, tienen
dificultades para comprender lo que leen y para expresarse de forma escrita.
Que el SNTE busqué hacer un cambio de perspectiva
y, a semejanza de la organización Mexicanos Primero, realice una campaña
preguntando ¿Dónde están los papás?, parecería algo más que lógico; al mismo
tiempo, contemplar que con ello, el gremio magisterial quisiera deslindarse de
aquello que por décadas se ha conocido como el desastre, la catástrofe
educativa.
Desde el gobierno federal, en la administración
pasada, en ésta y en los estudios de las organizaciones internacionales;
siempre se destaca al maestro como una pieza clave en la educación de los alumnos,
y así es, pero antes que los docentes están los padres o las circunstancias,
quienes se convierten en nuestros primeros educadores.
“La escuela dejó de ser un mecanismo de ascenso
social, el empleo se ha reducido y ha crecido la informalidad, la familia se ha
desdibujado y se ha incrementado la cifra de madres solteras, además de que los
valores se aprenden en otros lugares y no convencionalmente en el hogar: en la
esquina, en el barrio, con la banda... por lo que se fraguó una ruptura entre
el joven y la institucionalidad”, señala el académico de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM) Héctor Castillo Berthier.
Lo anterior, en su momento lo ha expresado también
el SNTE, si existe la necesidad de las escuelas de tiempo completo, es por el
creciente numero de madres solteras que trabajan, así como las que no lo son,
en estos tiempos, también suelen salir al mercado laboral; asignando a un
tercero, el cuidado de los hijos. Este tercero, se prevé como mejor opción
puede ser el centro escolar mismo. El rostro de la sociedad tradicional se
desdibuja y sobre la misma tela se dibuja otro panorama, sin duda más diverso,
pero no por plural, informático y erudito, necesariamente mejor. Ya lo
planteaba Kant:
“El arte y la ciencia nos han hecho cultos en alto grado. Somos
civilizados hasta el exceso, en toda clase de maneras y decoros sociales. Pero
para que podamos considerarnos como moralizados
falta mucho todavía. Porque la idea de moralidad forma parte de la cultura;
pero el uso de esta idea, limitado a las costumbres en cuestiones matrimoniales
y de decencia exterior, no es ya toda la civilización. En tanto que los Estados
sigan gastando todas sus energías en sus vanas y violentas ansias expansivas,
constriñendo sin cesar el lento esfuerzo de la formación interior y la manera
de pensar de sus ciudadanos, privándolos en este sentido de todo apoyo, nada
hay que esperar el lo moral. Es necesaria una larga preparación interior de
cada comunidad para la educación de los ciudadanos; pero todo lo bueno que no
esta empapado de un sentir moralmente bueno no es más que pura hojarasca y
lentejuela miserable”[1].
Ahora bien, si
reflexionamos un momento sobre la necesidad de esa lenta preparación interior
en nuestra era de redes sociales, bullying electrónico, secuestros virtuales,
sexteo y demás construcciones sociales, la pregunta ¿qué tanto se vinculan los
padres con la educación de sus hijos?, adquiere una mayor relevancia, ¿podría
servir de algo (en casos en donde esto sea posible), crear comunidades en
entornos como Facebook, que vinculen a los padres de familia con los maestros
de sus hijos?
Según la Encuesta Nacional de Educación, realizada
por el IIFIE, de los 200 días del calendario escolar, los padres de familia, se
acercan al centro escolar, en 4 ocasiones, de cada 100 padres de familia,
únicamente 30 conoce los resultados de la prueba Enlace, los datos de las
encuestas son asaz interesantes si se dimensionan y se ponen en perspectiva.
De acuerdo con esta misma encuesta, el 57 por
ciento de los maestros considera que los malos resultados de sus alumnos en la
prueba Enlace, se deben a factores externos a su labor; el que los maestros
rechacen su responsabilidad en estos indicadores, se da, sin duda, a partir de
la consideración de la construcción social implícita, lo que en sociología se
conoce como “origen es destino”, alzamos los hombros y seguimos en lo mismo.
Ya lo ha planteado el
INEE; en nuestro país, existe una acentuada desigualdad en la distribución de
la riqueza: mientras 21.2 millones de mexicanos viven en situación de pobreza
alimentaria, 11.3 millones (el 10 por ciento más rico más rico) concentran 38 por
ciento del ingreso corriente nacional.
Ahora bien, ¿qué importancia tiene que los padres
de familia conozcan los resultados de la prueba Enlace?, si desconocen lo que
hacen sus hijos e hijas en las populares fiestas urbanas, denominadas “perreos”,
por ejemplo; si sólo rechazan y no ponen atención a la música que escuchan, la
cultura, los discursos que habitan sus hijos:
“Yo toy ready pa ti tu
sabes quien yo soy
blam blam blam yo le doy”
blam blam blam yo le doy”
Es parte de la letra de la canción “Rumor de
guerra” del reguetonero, Héctor “El
Father”, una pieza que hace apología del encuentro entre bandas; y a saber,
Héctor no está solo, en el escenario de este genero musical que goza de una
creciente popularidad entre la juventud mexicana; distintos autores hacen
énfasis de la supremacía del más fuerte, con toda la violencia implícita en el
pandillerismo, los crews y la delincuencia organizada. Es el “bono demográfico”
en la raya del sicariado; una cultura, una generación de jóvenes, que han
crecido con la idea innata de que el servicio público es para garantizar el
bien privado, el medio para obtener las cosas es: quítate tú para ponerme yo,
cada vez más delincuenciales, afirman poetas salvajes de nuevas camadas.
Podríamos decir que este fenómeno es exclusivo de
una clase social, y erraríamos al hacerlo, al igual que en el caso de mi
hermano, por quien desde hace nueve meses pugnamos por justicia en su homicidio,
como con el hijo de Sicilia, como con los hijos del periodista David Paramo,
como con los desaparecidos de todas las partes de México; y ahora que estamos
en confianza y queremos mover al país a un lugar mejor; debemos atender los
casos pronto y con probidad , de este modo replantear las políticas públicas
para asegurar que el tráfico de drogas no se fortalezca con el tráfico de
armas. Tomar aliento para reparar el daño emocional en el tejido social. Lo justo,
siempre da paz.
Algo que se debe transmitir a los niños desde la
escuela como desde la casa, es aquello que planteaba claramente Alfonso Reyes:
“El destino del hombre no se realiza en el individuo, sino en la total especie
humana”[2]. Los
problemas del país, son las madres ofendidas por la delincuencia organizada,
los grupos comunitarios de auto defensa, como los múltiples mexicanos, en su
mayoría jóvenes, que están en búsqueda de oportunidades académicas o
profesionales pero que por su nivel económico y social, no pueden desarrollar
en todo su potencial. Una frase muy concurrida el año pasado, fue “más becarios
menos sicarios”, este planteamiento, de donde haya salido, tiene una
orientación reparadora, se advierte un sentido que busca subsanar, quizá hasta
recuperar, el tiempo perdido.
Se puede considerar la especie humana en su conjunto como la ejecución
de un plan secreto de la naturaleza, encaminado a la realización de una
constitución estatal interiormente perfecta y, para este fin, también
exteriormente perfecta, que permita el total despliegue de las potencialidades
humanas[3].
Vamos por ese despliegue de potencialidades, para hacerlo
debemos ser claros en nuestras pretensiones. Hasta hace poco, en una campaña
masiva, firmada por el Pacto por México, en los anuncios, una voz impersonal manifestaba:
“Papá, Mamá; hoy la reforma educativa ya es parte de la Constitución, lo que te
asegura más calidad en la educación de tus hijos”, después de la falsedad, el axioma:
“con una mejor preparación, podrán enfrentar el futuro de una manera más
exitosa”.
El Secretario de Educación lo sabe, si las cosas
salen bien, participan de manera entusiasta todos los actores, la sociedad se
compromete, las leyes reglamentarias se distinguen por su claridad, se organiza
un buen equipo para trabajo conjunto interinstitucional, en más o menos 30 años
la gestión educativa de la actual administración podrá verse reflejada en un
salón de clases.
¡Ay, de aquel que con ello se desanime!, la
educación es un proceso de largo, largo aliento.
Los padres de familia al vincularse con la
educación de sus hijos, deben estar conscientes que no por evaluar a los
maestros, la educación, ipso facto, apuntalará
su calidad; la evaluación es un factor, sí, pero igual de importante es la
preparación constante y comprometida de los profesores, para consigo mismos
como para sus alumnos, la revaloración social de su encomienda, el mejoramiento
de la infraestructura. Si no hay bebederos en una escuela porque en la
comunidad no hay agua corriente, gestionar las políticas necesarias para que la
comunidad tenga agua y las escuelas bebederos, al igual con los programas que
incluyen equipos de computo en las clases, se dice fácil porque la capacidad y
la voluntad es enorme.
Texto publicado en la revista Paradigma XXI
[1] Kant,
Immanuel. Filosofía de la historia.
[2]
Reyes, Alfonso, Obras Completas, “La
Historia y la Mente”.
[3] Kant,
Immanuel. Op cit.