Un país justo es un país en Paz
Cuando se siembra la justicia con uno mismo como en la
sociedad, crece la paz, entonces nos sentimos plenos, sabemos que nuestro
trabajo y nuestros días son para una eternidad, morada del misterio que
constituye parte de la vida misma. Estamos bien, avanzamos juntos hacia el
porvenir de lo que en otrora conociéramos como utopías, caminamos seguros a la
Tierra Promisoria.
La Tierra Promisoria es ese cielo que hemos visto colmado de
color y de nubes mientras -ese es el reto- respiramos y sabemos que a nuestro
alrededor los demás están bien; todos se encuentran asombrados al ver el mismo
espectáculo en las alturas.
Los problemas del país, son las madres ofendidas por la
delincuencia organizada, los grupos comunitarios de auto defensa, como los
múltiples mexicanos, en su mayoría jóvenes, que están en búsqueda de
oportunidades académicas o profesionales pero que por su nivel económico y
social, no pueden desarrollar en todo su potencial.
Al igual que en el caso de mi hermano, como con el hijo de
Sicilia, como con los hijos de Paramo, como con los desaparecidos de todas las
partes de México, ahora que estamos en confianza y que queremos mover al país a
un lugar mejor; debemos atender los casos hasta hacer Justicia y replantear las
políticas públicas para asegurar que el tráfico de drogas no se fortalezca con
el tráfico de armas. Tomar aliento para reparar el daño emocional en el tejido
social. Lo Justo, siempre da paz.
Se podría pensar que ante estos problemas lo que se necesita
es fortalecer los sistemas policiacos y de inteligencia, judiciales, militares
y no; lo que se necesita como sabemos, es desarrollar transparencia en el
servicio público así como una educación sólida e integral, que de a la puerta
de la economía inteligente, rica por su diversidad, comprometida con el
desarrollo sustentable como parte de un derecho humano, como el derecho a la
información y a ser feliz y vivir en paz.
Son estas las venas abiertas de México, no son casos
aislados, son parte estructural del sistema gubernamental y burocrático, social
y cultural, educativo y económico en el que vivimos; son estos los problemas que
laceran nuestro tiempo.
Para erradicar el hambre hay que asegurar que no extorsionen
al campesino, que no le pidan la cuota al vendedor de pan por que vive en un
barrio marginado; puede haber colonias humildes, sencillas, económicas, pero no
marginadas, no excluidas.
Eso es un México en Paz, un México Justo, una nación que con
el tiempo, como economía emergente, tendrá que participar, afrontar y enfrentar
de modo ejemplar las adversidades del orbe; al incidir y participar de manera esencial,
en el concierto de las naciones. El paradigma de nuestro siglo, tiene que ver
con la confabulación entre la calidad y la equidad; la Justicia y la Paz.