viernes, enero 20, 2012

Diógenes ha muerto



Quítate que no me dejas ver el sol.
D

Todos hacemos planes para después y damos por hecho que tenemos una certeza y encontraremos el siguiente año como encontramos Coca-cola y Camel en la miscelánea.

El fin del mundo se encuentra lejos, lo sabemos, tenemos tiempo, y esa sensación de ser inmortales nos hace fuertes y poderosos o ¿arrogantes y necios?

¿La sensación de perdurar en el tiempo nos mantiene en la ignorancia a pesar de vernos implícitos en la "sociedad del conocimiento"?

¿Hablamos de oídas, científicamente "comprobamos" nuestro mundo y creemos que lo sabemos todo?

Las personas que se dedican a hacer ciencia, parecen más bien asombradas por la magnitud de las cosas que desconocen, así como por el vertiginoso tránsito de sus certidumbres. La mente debe permanecer abierta, se aconsejan.

¿Se hacen planes del mismo modo en el que nos quejamos de lo divino y de lo humano, cuestionamos el criterio de Dios, y nos preguntamos porqué "la gente siempre es tan pendeja"?

Aunque eso sea perder el tiempo, no importa, porque nosotros -los inmortales- lo tenemos de sobra; y podemos seguir por los siglos de los siglos, quejándonos, por lo amargo y lo solaz de nuestra ignorante insolencia.

Reconocemos que no somos perfectos, pero dejamos para mañana nuestro esfuerzo por mejorar, de la misma forma en la que le damos la vuelta a una idea para concebir un eufemismo, somos expertos en ello y tenemos tiempo en la era de los Simpson, los hidrocarburos y los Optimus Prime.

Cambiar sería enfrentarse con algo totalmente nuevo, algo que exige un avance sin tregua. Nada de eso nada. Ahora reconozco -de manera innata- el parentesco que tienen nuestros instantes con lo eterno.

Escribe un libro, siembra un árbol, ten un hijo, hipoteca tu casa.

Imagina el brillo del siguiente día, imagínalo diez veces diez más grande al que tienes ante ti, irradiando.

Diógenes ha muerto; y lo seguimos citando.