Del Diario de la Luz de un poeta afortunado
Vengo regresando del desierto, fui con Cosmos a Real de 14, comimos hikuri, la novela Alma de caballero parecía llegar a su epílogo o a su capitulo numero tres, cada que me dices Te amo, veo como te conviertes en el Rey de Ga´Hoole. Luz azuL. Un aura magnética rodea tu cuerpo, qué tienes en los ojos me preguntaba Cosmos, porque ves así, es como si tuvieras llamas en lo ojos, son como de luz, luminosos, muy luminosos, por qué estás así, eres como un elefante, por qué te veo así, Héctor qué me está pasando, me preguntaba en la habitación tres de la posada San Juan, aquel que escribiera el Apocalipsis. En la habitación que da al patio, frente al kiosco de Real de 14, las espinas de Cristo, una pared electrificada, verde, son como sus espinas, le dolía, a Cristo le dolía, decía Cosmos en trance. Tú eres dorado, tus caricias son un leopardo de musgo. Yo, impasible, imperturbable, idéntico -una vez más- a mí mismo. Podría seguir escribiendo, la vanidad de un bosque al reverso de un verso cuando lo abraza la primavera, o realmente escribir esa novela que nos evoca, el anuncio de una nueva Era. AMOR. PODER. PAZ y LUZ. Los eventos de la memoria, la nostalgia de los sueños, en que se equipara el sol a la luna, durante un eclipse. 9.29 pm, miércoles 29 de diciembre de 2010.
Entre lo que veo y digo,
Entre lo que digo y callo,
Entre lo que callo y sueño,
Entre lo que sueño y olvido
La poesía.
O. Paz
(La cita del día)